« Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias” John Locke.

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martes, 14 de junio de 2011

La gran paradoja de la sociedad de consumo

¿Que nos ofrece exactamente la sociedad de consumo? Una variedad, cantidad, oferta de productos de todo tipo. No hay cien pero miles de modelos de móviles, decenas de marcas de leche y si multiplicamos por el packaging o sus derivados ya son cientos, los perfumes ya ni se cuentan y mejor no hablamos de la ropa. Esta abundancia podría parecer atractiva a la mayoría de nosotros y más todavía a los desfavorecidos. Nos permite diferenciarnos, elegir, crear un juicio personal, desarrollar un espíritu critico, una responsabilidad a la hora de decidir que producto adquirir, la toma de decisión es positiva para el desarrollo de la personalidad, nos permite mejorar tanto en la producción como en la calidad de los productos, y por fin y lo más destacable: disfrutar tanto del momento de compra como del producto en sí. Pero todo esto es la mayor engaña de la humanidad porque la realidad es muy distinta y perniciosa:


La Diferenciación sería la primera mentira. Como lo comenta Ana Carrasco Rosa en “La sociedad de consumo: origen y características": “a las personas les gustan diferenciarse…Los sujetos cada vez están menos dispuestos a consumir productos estándares y es que, en realidad, se estaba pasando de un consumo en masa (consumismo) a un consumo diversificado (prosumerismo). Esto supone la aparición de la planificación de la obsolescencia del consumo, donde los productos no quedan obsoletos porque pierdan su valor funcional, sino porque dejan de ser “atractivos”. ¿Pero quien marca la atracción de un producto? Las tendencias, las modas, los famosos como ejemplos, los vecinos como imitación, los medios de comunicación. En realidad nada que tenga que ver realmente con nuestro propio gusto o personalidad, sino con una imagen que queremos seguir, representar, una etiqueta en constante cambio para crear un constante consumo, no se trata de diferenciarse sino más bien el contrario: de identificarse y que nos identifiquen!

La Elección es el segundo engaño (no por orden de importancia) porque lejos de crear un proceso mental basado en el desarrollo intelectual, al contrario lo primero que provoca es una parálisis ante el abanico de posibilidades. Pero una vez tomada la decisión, es decir que hayamos elegido, crea irremediablemente insatisfacción. ¿Por qué? me preguntaran algunos. Pues simplemente porque más opciones tengamos, más decepción provocará. Cuando hay muchas alternativas, inevitablemente provoca la duda y esa nos lleva a imaginar que se podía haber hecho una elección mejor y nos induce a lamentar la elección tomada y este lamento sustrae satisfacción, aunque fuese la mejor decisión. Pero no solo esto, sino que además, al tomar esa decisión no se aprovecha de ella como debería porque pensamos en todas las demás cosas que hemos tenido que dejar de hacer por elegir esta. ¿Nunca os ha pasado tener varias propuestas para pasar el sábado por la noche?, una invitación en casa de amigos, ir al cine con tu madre, quedarte en casa con una buena peli, o cenar fuera con la familia. Pues decidas lo que decidas jamás aprovecharas al 100% sabiendo lo que has tenido que dejar atrás.

Y por fin, como lo describe muy bien Barry Schwartz en “The paradox of choice”, crea una “escala de expectativas”, es decir que cuando hay pocas opciones las expectativas son más bajas pero en cuanto crecen las ofertas, junto crecen las expectativas. A partir de ahí crea en nosotros un proceso inconsciente comparativo entre lo que se tiene y la expectativa, la decepción es entonces inevitable porque la adquisición no es proporcional a la expectativa que ha creado la oferta. Como está demostrado en psicología el secreto de la felicidad está en una baja expectativa, pero lo que ha creado la sociedad de consumo ha sido nada más y nada menos que subir las expectativas de los consumidores a niveles de casi perfección y claro como ningún producto es perfecto (eso también está hecho con propósito), el disfrute se reduce a decepción.
 El tercer peligro es la Responsabilidad. Cuando hay solo una opción y esa nos decepciona, ¿quién es responsable? El mundo quien no creo más opciones. Pero si hay miles de opciones, la responsabilidad recae en nosotros porque somos los que han tomado la elección errónea, porque con tanto posibilidad de elección no hay excusa para fallar! Provoca consecuentemente una falta de autoestima (uno de los mayores problemas psicológico de nuestros tiempo), o incluso depresión. ¿Pero que pasa con el mundo en vía de desarrollo, o los desfavorecidos? ellos si que tienen pocas opciones de elección pero al estar en contacto con el mundo desarrollado y tener la oportunidad de ver el escaparate de la sociedad de consumo porque la mundialización de la comunicación es una obviedad, crea automáticamente una comparación entre estos dos mundos y provoca infelicidad, envidia. En resumidas cuentas: Hoy en día todos pueden comparar lo que tiene con lo que tiene el vecino y él que tiene demasiadas opciones está decepcionado lo que provoca una falta de ilusión pero el que tiene poco que elegir sentirá envidia y falta al desear acceder a Todas las ofertas.  

El cuarto daño es respecto a la mejora de la producción. Pensamos que gracias a la competencia y esa diversidad de ofertas empuja a las empresas a superarse y siempre buscar el progreso pero, la realidad es muy distinta. Lo que buscan las empresas y sobre todo multinacionales es más consumo, y eso es muy distinto del avance tecnológico o de calidad. No se saca al mercado el último producto, sino que se comercializa siempre el penúltimo producto, el último está ya creado para ser sacado al mercado en el momento oportuno para provocar más ventas. En realidad lo que compramos son producto obligatoriamente de escasa duración para que inevitablemente compremos el siguiente. Las consecuencias son enormes: Un mundo insostenible donde aumenta constantemente la extracción de recursos naturales para la producción pero también donde los desechos se amontonan en los vertederos. Ya no se repara, se tira; no se arregla, se compra otro; no se recicla (o muy poquito) se contamina. Va totalmente en contra de un modelo ambientalista hasta tal punto que amenaza seriamente la capacidad de generación de la naturaleza y a nosotros como parte de ella.

Y por fin el quinto fraude es respecto al Disfrute, o la felicidad de adquisición como nos lo quieren hacer creer. Como comente en el artículo “Estar en la corriente” estamos subidos en un tren desbocado: el tren del deseo. Una vez adquirido un producto se vuelve “normal”, parte de nuestra vida y enseguida otro deseo viene a sustituir al anterior y nos convierte en verdaderos esclavos, drogadictos al deseo, porque sobre estas bases se retroactiva la sociedad de consumo y particularmente la gran mentira publicitaria de una pseudo-necesidad.

 El consumismo y con ello toda la sociedad industrializada han pasado unos limites donde lo que podía haber sido una oferta creativa, se ha convertido en una acumulación perniciosa, lo que podía haber sido un desarrollo tecnológico se ha convertido en un derroche medioambiental , lo que podía haber sido una fuente de disfrute se ha convertido en una frustración y desencadenado mucha infelicidad donde tanto el valor del producto como los valores básicos han quedado excluidos a favor de la apropiación y del estrés.

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